La primavera y el otoño son fechas en las que se demanda más fincas de recreo y huertas de ocio.
A lo largo de los años el interés por este tipo de propiedades ha variado. Tuvo su gran demanda en los años 2005 – 2006, y después de 2008 se desplomó la demanda y el número de operaciones. En estos últimos años se ha reactivado más, y este año en concreto, más todavía, ya que las personas que han estado confinadas en viviendas sin jardín o terraza, se han interesado más por las fincas de recreo.
Principalmente los demandantes son de Pamplona, pues en los pueblos es más fácil tener una huerta familiar. La gente pide fincas a no más de 20 ó 25 minutos de Pamplona, que tengan al menos 500 ó 1000 m2, y que tengan agua o regadío. También es importante que tengan una caseta o construcción.
Sí, sobre todo si está a cierta distancia. Hay algunas que las tienen muy bien acondicionadas, y otras es solamente una caseta para aperos.
En principio la ley no lo permite, pues no tienen cédula de habitabilidad. Tampoco tienen las calidades y el confort de una vivienda, como calefacción, aislamientos, saneamiento…. Sabemos que hay huertas donde en verano hay quien pasa la noche, pero no debería usarse para vivir.
Lo primero que tiene que revisar si hay una caseta es si cumple la normativa urbanística, y si está legalizada y correctamente registrada en el Registro de la Propiedad, cosa que muchas veces no se hace.
Lo primero es la financiación. El tasador condicionará su valor a la correcta inscripción, y por lo tanto el banco no hará generalmente una hipoteca sobre la finca. En ese caso, si el cliente asume la situación, y está dispuesto a comprar y necesita financiación, puede hipotecar otro bien, o pedir un préstamo personal.
No es habitual, para ello suele haber una denuncia previa de alguien afectado, o una infraestructura que tiene que pasar por la zona, y en ese caso sí que correría más riesgo.